POEMA LXXXI - ALMA DE MUSA. AKASHA VALENTINE.
Es
mi voz y mi inspiración. Mi delirio o tal vez mi desvarío, cuando
mi mente no concibe palabra alguna al evocarla en mi imaginación y
es entonces cuando la punta de la pluma que sostengo entre mis manos
tiembla y se agita, se remueve y se altera, al no poder beber de los
oscuros ríos de tinta que viven acogidos en el casi seco tintero que
dormita sobre mi mesa. Temo haber olvidado la forma en la que las
palabras se unen para dar apariencia a los versos donde ella vive
ahora. Me ahoga la asfixiante sensación del confundir al día con la
noche, y no sé si el hecho de evocarla en mis pensamientos la hace
ser real o sólo un sueño del que un día despertaré. Pues lo único
que quisiera en estos momentos es volver a verla para así calmar de
una vez todas esta agobiante sensación de abandono que me ha dejado
sin palabras con las que rellenar cientos o quizás miles de hojas
que ahora están en blanco. No puedo permanecer ni quieto, ni sentado
y mucho menos callado, sólo quiero volver a tenerla una vez más a
mi lado, como un retrato en la pared que permanece con la misma
expresión y el mismo gesto durante años, para poder decirle cómo
me siento en cada momento con sólo alzar la vista durante un breve
instante.
A
veces corro tras sus huellas, y al instante caigo en la cuenta de que
sólo persigo fantasmas, pues nunca la veo donde quiero encontrarla a
pesar de que la última vez que la vi la tuve tan cerca de mí que
casi podía surcar su ondulada melena. Me siento perdido, tan vacío
que nada me llena, y aunque me diga a mí mismo por dónde podría
empezar a buscar, sé que no me será fácil dar con su dirección
actual. Tal vez, como nunca la traté como se merecía, decidió
buscar a otro poeta que le dedicase ese verso que yo nunca sabré
escribirle. Y no quisiera pensar de esta manera, pero: ¿qué otra
idea puedo tener? Si al llamarla no me contesta, si al ahogar mis
lágrimas en vodka dejo de verla, y las letras tiemblan y mis dedos
no se mueven. Musa, le digo, musa, vuelve, pero o no me oye o no me
contesta, y me siento colérico al pensar que ella ahora se ríe de
mí o que goza de la compañía de otro hombre o mujer. Y aunque mi
devoción por su figura y su forma sera siempre eterna, quisiera que
en esta larga noche ella volviera para decirme cómo debo seguir
escribiendo lo que la última vez por orgullo y cabezonería me negué
a oír cuando me susurró lo mucho que le gustaba mi forma de
escribir para describirla.
Akasha Valentine 2015 © http://www.akashavalentine.com
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