POEMA LXXV- LA ESTRELLA DE MI FIRMAMENTO. AKASHA VALENTINE.
Olvide
que te había olvidado, porque si a mi memoria te traía de vuelta no
podría poner fin a esas lágrimas que un día, por temor a
perderlas, no te dediqué cuando más las merecías. Descuidé por
completo el más importante recuerdo que de ti tengo cuando tu fría
mano, pálida, pequeña y de un color blanco roto, corrió mecida
entre el primaveral viento siendo sujetada por mis gruesos y callosos
dedos. Dejé de pensar en el ayer, convirtiéndolo en un mal habito,
porque es allí donde ahora te puedo volver a ver, y en este presente
que vivo sin ti rompí mi promesa en la que me juré que nunca más
volverías a sentirte sola. Sucediese lo que tuviese que pasar, me
prometí que estaría siempre contigo sin llegar a rendirme. Y duele
pensar de la manera en la que lo hago, porque de manera ingrata
revivo la textura con la que tus labios empujaban mi boca mientras mi
lengua, cargada y ansiosa por el deseo de tenerte, se agitaba en mi
interior anhelando saborearte hasta el final de mis días. Viví
pensando que el presente nunca sería un pasado y que el futuro,
aunque inseguro, seguiría esperando al momento adecuado, y todo
cuanto me planteé quedó a merced de un tintero aún lleno y una
pluma sin uso que nunca llegué a utilizar para escribir esos sueños
que aun sin nacer esperan a ser escritos al inicio del amanecer.
En
la debilidad de mi orgullo cegué mis emociones, vendé mis ojos y me
negué a aceptar la verdad. Ahora que soy más consciente que nunca
de que la vida que vivimos es un breve suspiro que el tiempo nos
otorga, que se consume de manera apresurada como la llama de una vela
que no se pude detener, yo quisiera volver a esa última vez en la
que te tuve entre mis brazos para conservar por siempre esa imagen
que ahora, de manera borrosa y confusa, fatiga mi mente intentando
devolverla a su forma original. Si me atrevo a volverte a olvidar,
por favor, házmelo saber, aunque tiemble o llore, grite o me
enfurezca, ven a mí para recordarme que mereció la pena cada
instante del último año que viví junto a ti. Donde quiera que
ahora estés, espero de todo corazón volverte a ver algún día,
para así tomar de nuevo tu mano entre la mía y dejar de anhelar la
forma en la que en silencio y en la oscuridad de la noche, cuando
nadie más me mira y el mundo duerme, extiendo mis dedos intentando
alcanzar esa estrella en la que imagino que ahora vives y desde la
que veo como me miras, sonriéndome sólo a mí, acurrucada entre las
nubes, guiándome para escribirte estas palabras que en el corazón
dejé olvidadas.
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