POEMA LXXVIII- LA LUZ DE MI ESPERANZA. AKASHA VALENTINE.
Solitario
camino desolado, no quisiera yo pues dejar mis pies anclados a esta
árida tierra que, vacía de vida, decora sus faldas con riscos
afilados, donde mis manos no pueden apoyarse para alcanzar esas metas
que, intocables e inalcanzables, viven de manera continuada en mi
memoria sin que pueda olvidarme ni un solo instante de ellas. Es aquí
donde ahora podrás encontrarme, con la mente siempre ocupada, yendo
de un lado para otro sin cesar, ignorando la fatiga y olvidando que
las horas ya no rigen mi vida. No pierdas el tiempo intentando
hacerme cambiar de opinión: aunque mi voz siempre será suave y
dulce a tu oído, los sueños que aún me quedan por vivir son
demasiado grandes como para quedarme parado y no seguir caminando por
esos cielos que, con o sin estrellas, me llevarán donde yo estoy
predestinado a llegar con tu ayuda o sin ella.
Sé
que mis palabras no son fáciles de entender, más yo no quisiera ser
como un trabalenguas en tu boca, ni una incógnita sin respuesta en
tu mente, pero has de entender que tengo demasiadas preguntas sin
resolver, y ni la fe en Dios, ni en la humanidad, son para mí una
excusa perfecta con la que escudarme para no descubrir cuán grande
puedo llegar a ser. Puede que tú, y no pretendo herirte con ello,
seas feliz con la superficialidad, pero yo soy un hombre más
complicado, nunca estoy satisfecho con nada y aunque lo que tengo me
llena, a veces me hace preguntarme si no estaré acomodándome en un
estilo de vida que no me dejará seguir caminando hacia delante. Es
por todo ello que he comenzado a caminar sin ti; este viaje que he
iniciado debo hacerlo yo solo, es así, lo sé, y nada ni nadie podrá
hacerme cambiar de opinión, ni siquiera tú. Porque cariño, he
malgastado demasiadas horas imaginando lo que llegaría a ser sin
mover un dedo por intentarlo, y ahora que soy más consciente de cuán
limitado es nuestro tiempo, no quiero morirme pensando que no hice
nada por alcanzar ese destino que algún día dejará de ser una
ilusión para convertirse en una realidad palpable al tacto de mis
dedos.
Sé
paciente, ese es mi lema, porque en esta vida todo puede lograse. Por
ello sigo adelante, sin importar las dificultades a las que deba de
enfrentarme. Y aunque llamo a mis sueños por su verdadero nombre, y
como ejemplo te pondré la palabra aspiraciones, otros se hacen eco
de mi historia y entre burlas y risas creen que me he vuelto loco y
con recelo me juzgan evitando que que les supere, pues temen que mi
fuerza de voluntad sea más fuerte que su deseo por destruirme. Y lo
único con lo que puedo defenderme ante sus ataques es en la creencia
en mí mismo, y es un arma que que me cura y me sana cuando me hieren
y me ampara con honor cuando con violencia me atacan. No diré que no
añoro tu presencia en estas interminables horas en las que
permanezco aislado, pero te pido que seas paciente y que creas en lo
que hago, porque algún día podré agradecerte como es debido todo
cuanto tú has hecho por mí.
Tómate
tu tiempo, anota tus sueños en páginas papel, dibuja si quieres con
los dedos los cielos que juntos y de la mano no podemos ver, porque
ahora, en este mismo momento, he de estar solo con mis pensamientos,
donde uno a uno los iré plasmando en cualquier superficie que
encuentre, y hablaré de ti, claro que lo haré, pues no podría
dejarte ni en la orilla del tintero ni en la punta de mi vieja pluma.
Cariño, las emociones que ahora siento son demasiado abrumadoras, y
aunque esté cansado y sienta mis dedos agarrotados debo seguir
trazando líneas coherentes en páginas de papel en blanco. A veces
tengo la impresión de que voy a caerme, pero de alguna manera creo
en lo que hago, y me vuelvo mucho más fuerte, así que me mantengo
en mi línea, y aunque caiga y me tambalee volveré a levantarme, y
soy consciente de que tal vez volveré a caer. Y así, con este
pensamiento en mi mente, sigo día tras día, viendo cielos
iluminados que no volverán a repetirse, mientras mis dedos se mueven
para describirlos en hojas de cuadernos que posiblemente nadie más
leerá. Pero no me importa, tal vez mi destino sea más grande que
mis sueños, y mi nombre será leyenda cuando yo haya muerto pasados
diez, quince, cincuenta o tal vez cien años. Lo importante es que
de vez en cuando vuelva la vista atrás para ver todo cuanto he
logrado y siga con la vista al frente pensando en que aún me queda
mucho más camino por recorrer y experiencias que adquirir.
Akasha Valentine 2015 © http://www.akashavalentine.com
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