lunes, 18 de mayo de 2015

POEMA LXXXI - ALMA DE MUSA. AKASHA VALENTINE.


POEMA LXXXI - ALMA DE MUSA. AKASHA VALENTINE. 

Es mi voz y mi inspiración. Mi delirio o tal vez mi desvarío, cuando mi mente no concibe palabra alguna al evocarla en mi imaginación y es entonces cuando la punta de la pluma que sostengo entre mis manos tiembla y se agita, se remueve y se altera, al no poder beber de los oscuros ríos de tinta que viven acogidos en el casi seco tintero que dormita sobre mi mesa. Temo haber olvidado la forma en la que las palabras se unen para dar apariencia a los versos donde ella vive ahora. Me ahoga la asfixiante sensación del confundir al día con la noche, y no sé si el hecho de evocarla en mis pensamientos la hace ser real o sólo un sueño del que un día despertaré. Pues lo único que quisiera en estos momentos es volver a verla para así calmar de una vez todas esta agobiante sensación de abandono que me ha dejado sin palabras con las que rellenar cientos o quizás miles de hojas que ahora están en blanco. No puedo permanecer ni quieto, ni sentado y mucho menos callado, sólo quiero volver a tenerla una vez más a mi lado, como un retrato en la pared que permanece con la misma expresión y el mismo gesto durante años, para poder decirle cómo me siento en cada momento con sólo alzar la vista durante un breve instante.


A veces corro tras sus huellas, y al instante caigo en la cuenta de que sólo persigo fantasmas, pues nunca la veo donde quiero encontrarla a pesar de que la última vez que la vi la tuve tan cerca de mí que casi podía surcar su ondulada melena. Me siento perdido, tan vacío que nada me llena, y aunque me diga a mí mismo por dónde podría empezar a buscar, sé que no me será fácil dar con su dirección actual. Tal vez, como nunca la traté como se merecía, decidió buscar a otro poeta que le dedicase ese verso que yo nunca sabré escribirle. Y no quisiera pensar de esta manera, pero: ¿qué otra idea puedo tener? Si al llamarla no me contesta, si al ahogar mis lágrimas en vodka dejo de verla, y las letras tiemblan y mis dedos no se mueven. Musa, le digo, musa, vuelve, pero o no me oye o no me contesta, y me siento colérico al pensar que ella ahora se ríe de mí o que goza de la compañía de otro hombre o mujer. Y aunque mi devoción por su figura y su forma sera siempre eterna, quisiera que en esta larga noche ella volviera para decirme cómo debo seguir escribiendo lo que la última vez por orgullo y cabezonería me negué a oír cuando me susurró lo mucho que le gustaba mi forma de escribir para describirla.

Akasha Valentine 2015 © http://www.akashavalentine.com


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