viernes, 7 de septiembre de 2012

POEMA XXXVIII- RECUERDA QUE SIEMPRE TE AMARÉ. AKASHA VALENTINE.





POEMA XXXVIII- RECUERDA QUE SIEMPRE TE AMARÉ. AKASHA VALENTINE.

Te hablaré está noche de un sueño del que nunca querré despertar, donde la esperanza se ha quedado rezagada, donde las huellas que un día dejé impresas en el suelo ya no están, pues casi por arte de magia parecen haber recordado el camino de vuelta al hogar. Te contaré a través del suave y gélido viento que el lugar al que voy todas las noches siempre está embriagado con el olor de tu perfume, y siento que la nostalgia que un día llegó a mi corazón se hace menos pesada, porque una parte de ti se ha quedado atrás. He decorado este pequeño espacio con muros bajos, para que cuando me detenga a descansar pueda asomarme por encima de ellos y tocar el cielo con las manos extendidas, para alcanzar la estrella más brillante del firmamento. Esa que se ilumina solo para mí, la misma que un día me dijiste que había sido fabricada con pedazos de tu corazón para que nadie más que yo pudiera encontrarla.

Narraré en mis cuadernos de viaje ahora vacíos y sin letras la maravillosa experiencia que me supone seguir las pisadas que me dejó tu sombra para que cuando me sienta abatido por la distancia que nos separa pueda volver a encontrarte en esta noche que nos alcanza. Me siento avergonzado, casi podría llegar a agachar la cabeza en señal de disculpa, pues sin darme cuenta he comenzado a idolatrar a esa mujer que se asemeja a ti, pero que no eres tú, que se aparece en mis sueños con tu forma y figura, pero que en realidad sólo tiene de ti lo que más me gusta, y la sigo sin decir nada, mientras tarareo su nombre hasta desgastar el poco aliento que me queda, y mi lengua se traba intentando articular palabra alguna con la que iniciar una conversación ilusa y carente de sentido.

Ahora lo entiendes, ¿verdad? Lo sencillo que me resulta caer en esta falsa esperanza convertida en sueño. Podría alzar mis manos y convertirlas en ramas ajadas si me lo propusiera, incluso me atrevería a remover el cinturón de tierra que me ata a este pesado orbe con tal de alcanzarte, todo esto por tenerte cerca. Haría cualquier cosa por ti, pues al fin y al cabo eres la luz que me guía en mi día a día, el lucero más brillante de mi universo, la única persona que necesito a mi lado para seguir teniendo un motivo por el que despertarme cada día cuando la luz del sol baña mi cuerpo. Es tan sencillo errar que casi siento miedo de sentir algo por ti, por eso ingenuamente me refugio en mis sueños, donde todo parece más sencillo, donde el dolor sólo es una amarga palabra que pasa de forma apresurada sin dejar rastro alguno cuando se desvanece por nuestra garganta.

Perdóname, está noche me he vuelto a sentir dividido entre la razón y los sueños. Por un lado quiero volver a traerte de vuelta a este imperfecto mundo donde soy el rey, el único espacio en el que mi imaginación es capaz de protegerte de todo mal, donde eres eterna y el tiempo no tiene la capacidad de arrebatarte de mi lado y llevarte a un lugar donde la distancia es como una lanza que es capaz de atravesarme el corazón y herirme de muerte. Lo ves, incluso soy capaz de enmascarar mis verdaderos sentimientos con palabras teñidas de amargos sentimientos con tal de no herirte, porque eres lo que más me importa. Podría estar diciéndote te quiero toda la noche, pero cuando el alba llegase tendríamos que decir adiós, con el corazón encogido en un puño, con los ojos empañados en lágrimas y la voz rota por el dolor. No tengo valor así que, aunque te duela, déjame que vuelva a un lugar donde los sueños son menos crueles, y hasta que te vuelva a tener entre mis brazos permíteme soñar una vez más con esa mujer que vive en mi alma y mora en un lugar donde nadie la podrá jamas alcanzar.  



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