Mis ojos inmóviles han mantenido la mirada fija en un punto exacto, sin prestar atención a nada en particular. Los cuerpos que hay a mi alrededor se han movido de forma apresurada y sin embargo no han conseguido que mis pupilas les prestasen atención. Mi rostro, aún descompuesto por la pena obtiene un respiro de alivio cuando mis gruesos labios son capaces de hundirse en el cristal y las amargas palabras que habitan en mi interior mueren ahogadas con el alcohol que poco a poco logro ir ingiriendo. Una lágrima, pequeña y delgada, comienza a resbalarse sin previo aviso por el rabillo de mi ojo derecho, y aunque mi mano es incitada a alzarse para cubrir semejante acto de vergüenza mis dedos se niegan a moverse y ocultar en sus propias yemas el dolor que me produce la muerte de mi amada. Así que esa pequeña lágrima, cuyo valor sentimental es tan fuerte y poderoso, sigue recorriendo el camino que se ha propuesto hasta llegar a morir en el comienzo de mi mentón. Mis fatigados párpados caen sobre mis ojos como una pesada losa. Quiero cerrarlos para siempre, y sin embargo temo hacerlo porque cada vez que la oscuridad me acecha el recuerdo de mi amada se vuelve más poderoso y doloroso.
No sé si es que la cordura hace tiempo que me ha abandonado o es que ya estaba loco antes de conocerla, porque cada vez que giro la cabeza la veo en cada esquina de cada rincón sin importar el lugar en el que me encuentre. Ahora mismo la estoy viendo delante de mí, sentada delante de la barra que un día compartimos, con su precioso vestido negro, cuya espalda desnuda me contempla y a su vez me incita para que vaya hasta ella y pueda tocarla como solía hacerlo cuando ella aún estaba viva. El miedo a estar perdiendo el juicio me hace desviar la mirada, pero el dolor de no poder verla es tan fuerte que me obliga a volver a mirarla a través del espejo que hay ubicado a escasos metros de mi persona, y de nuevo ella vuelve a aparecerse ante mí, sin mirarme pero haciéndome ser consciente de que esta ahí sólo para mí. Si estuviera loco de verdad quizás me levantaría para poder sentarme a su lado y hablarle con dulces palabras al oído para decirle cuanto la quiero y la echo de menos, pero no como no estoy tan loco y la cordura aún mantiene las riendas de mi vida me quedo muy quieto en mi sitio esperando a que las horas corran y la pena se vaya a dormir, mientras yo sigo intentando salir adelante sin ella.
Akasha Valentine. http://www.akashavalentine.com/akasha/
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