POEMA XXV- UN ÚLTIMO BESO. AKASHA VALENTINE.
Duerme tranquila, amada mía, el mañana aún tardará en llegar y las horas que habitan en este pequeño espacio que compartimos han comenzado a desvanecerse lentamente como si ya no quisieran estar de nuestra parte. Mis pensamientos más optimistas han alzado el vuelo y se han ido volando lejos de aquí. Ojalá pudiéramos estar siempre juntos, pero cuanto más medito esa idea en el interior de mi cabeza, más caigo en la cuenta de que los sueños que anhelo no se podrán hacer realidad. Así que lo único que me queda por hacer es crear un mundo de fantasía donde tú y yo podamos vivir de forma eterna.
Siempre juntos, nos deleitaríamos con las miradas del otro, tiñendo a nuestras mejillas de colores rojizos, mientras el sonido de nuestros corazones latiendo al unísono sería capaz de crear las más hermosas armonías jamás compuestas por el hombre. Quisiera poder regalarte todo esto y mucho más, silencios donde sobran las palabras, voces sin sonidos, vocablos cuya fuerza fuera tan intensa que incluso su significado haría temblar hasta los cimientos de cualquier reino lejano. Amor mío, si tan sólo te pudiera regalar una pequeña parte de este sueño qué feliz sería.
Me pasaría las horas muertas surcando cada centímetro de tu piel para que cuando cerrase los ojos pudiera imaginarte tal y como eres en mi mente sin necesidad de abrirlos para saber que sigues estando a mi lado. Le rogaría al comienzo de tu boca que me diera la oportunidad de saborear tus labios siempre que quisiera, y en ellos grabaría el calor de mi piel, el dolor de mi alma, el sabor de mi propia boca para que nunca tuvieras la necesidad de ir en busca de otros labios que no fueran los míos. Amada mía, ¿es acaso la locura quien habla por mí en estos versos, o es la nostalgia y el miedo a perderte quienes evocan estas tristes palabras cargadas de melancolía? Ni tan si quiera soy capaz de responder a una simple pregunta formulada por una mente tan confusa como la mía.
Mi amor, no quiero ver nunca más en tus ojos la triste expresión que muestra la desesperación, el miedo, o el terror ante la idea de perderme, pues nunca te dejaré sola, así que tranquila, ven a refugiarte entre mis brazos, deja que mis manos te mezan con dulzura, y encuentra el consuelo necesario para seguir adelante a través de mi rostro, pálido y tranquilo, sosegado y brillante como un día de primavera. Yo seré siempre tu mástil, las velas de tu navío, las olas que mecerán con suavidad tu barco, y mi corazón será la tierra prometida. No importan los días, los meses o los años, tú siempre serás la mujer mi vida, el sueño que anhelo alcanzar cada vez que el día despunta en el cielo.
Akasha Valentine. http://www.akashavalentine.com/akasha/
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