POEMA XCVI- SER AMANTES. AKASHA VALENTINE.
Si
tu voz no me llega a alcanzar despiértame, antes de que la soledad
lo haga y me sobresalte en esta noche que nunca parece llegar a
quererse acabar. Susurra mi nombre, pero hazlo despacio, articulando
cada vocablo entre tu boca y tu lengua, pues ya me siento cabizbajo,
y el alma se me apena, pues me rendí demasiado pronto pensando dónde
podríamos haber olvidado a los sueños qué no se hicieron realidad,
o en qué lugar pudimos llegar a dejarnos olvidadas las promesas
que,
sin cumplirse, aún siguen esperando. Lo sé, no hay palabras que nos
excusen, y mientras lo medito exhalo mi aliento y hundo mis dedos
entre mis cabellos, anhelando que la mañana que aún está por
llegar sea capaz de traerme de vuelta el suave calor de tu tacto que,
por desgracia, ya he comenzado a olvidar. Pero es entonces cuando me
fuerzo a pensar que si te olvido tan fácilmente lo nuestro nunca
podría llegar a hacerse realidad, por ello me esfuerzo en quererte
un poco más, gritando tu nombre, negándole a la soledad un puesto
de honor en mi corazón; tienes que ser tú, y sólo tú, la que
cuando susurre tu nombre responda, y no el cobarde silencio que
habita en esta oscura estancia, que ahora más que nunca, más
aterradora y tenebrosa me parece.
Imagina
por instante lo distintas que serían nuestras vidas si en lugar del
viento fueran nuestros dedos los que acariciasen nuestras mejillas.
Supón que cuando te susurres a ti misma que lo que vives no es una
ilusión, sabrás que me necesitas, y quizás solo así comprenderás
que mi amor por ti no es una vaga idea que con la llegada del mañana
verás desvanecerse como un sueño que se olvida al despertarse. No
te rindas porque creas que no merece la pena seguir batallando, no me
olvides sólo porque la distancia que nos separa nos cree
incertidumbre, pues el sueño que viví a tu lado tiene más valor
para mí que mil vidas vividas sin haberte conocido. Di mi nombre
cuando nadie te oiga, cuando él no esté a tu lado, grita que me
amas y volveré cruzando los mares sólo por estrecharte un escaso
segundo entre mis fatigados brazos. Si fuimos amantes en el pasado,
¿por qué no volver a serlo en un futuro? Quizás los errores que
cometimos nos enseñen a ser más prudentes, y por tanto a querernos
como realmente merecemos ser amados. ¿Qué me dices? Merecemos
darnos esta segunda oportunidad, pues la persona que siempre veo
delante de mis ojos es la viva imagen de tu figura desvaneciéndose
lentamente en el olvido de mi memoria, como si de un mágico sueño
se tratase.
Quiero
tenerte de nuevo junto a mí, porque creo que el destino así lo debe
de pensar, o al menos esta es la idea de que en mi cabeza no deja de
rondar cuando, sofocado por la pena que siento, ahogo mi dolor
hundiendo mis dedos entre mis cabellos; y meciendo mi cuello me niego
a creer que esta cama en la que dormito pueda seguir estando vacía y
sin ti. Ruego a Dios que no anheles el tacto de otros hombres, ni
pruebes el sabor de otros labios, pues yo ya lo he intentado todo, y
te juro, mi amor, que lo único que he logrado con ello ha sido
provocarme más daño. Ojalá llegue pronto el momento en el que
podamos volver a reencontrarnos, pues será el día en el que te tome
de nuevo entre mis brazos y, susurrando tu nombre una y otra vez sin
descanso, te diré lo mucho que te he amado y te he extrañado. No sé
cómo continuar esta vida que me toca vivir sin ti; si eres la razón
por la que existo y ya no estás junto a mí no tengo motivos para
seguir viviendo, pero si de verdad algún día fui alguien importante
para ti, haz la maleta y yo iré a buscarte, si hace falta llegaré
hasta los confines del universo sólo para encontrarte. Date prisa,
amor, regresa a mi lado, la añoranza empieza a enfermar mi mente, y
ya no creo que pueda seguir respirando más tiempo sin que pierda el
juicio de nuevo y olvide el motivo por el que un día sin previo
aviso tú y yo dejamos de ser amantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario