POEMA LXIII- SUEÑOS, SOMBRAS Y VICEVERSA. AKASHA VALENTINE
Uno no
debe de ver los días sólo como fechas en el calendario, porque
cuando haces eso dejas de sentir que los momentos tienen importancia
y se hacen meras rutinas que de vez en cuando nos sobresaltan con
alegrías o tristezas que vienen para quedarse o e irse sin previo
aviso, sin señal ni domicilio donde las podamos dejar o volver a
encontrarnos con ellas en caso de que así lo deseemos. Por eso yo
cuando abro los ojos no persigo sombras sino sueños, esos que aún
sin hacerse realidad me esperan en el camino sin importar el tiempo
que me lleve toparme con ellos, pues tarde o temprano los alcanzaré
y con ellos correré hasta la línea de meta, y si no ya lo verás.
Soy un
fiel viajero que siempre se sienta en el alféizar de cualquier
ventana abierta para poder escalar con la mirada esos rascacielos que
nacen al pie de las faldas de la carretera y que cada año crecen
regados por los pasos de los transeúntes que no tienen tiempo para
mirarlos, salvo los soñadores que como yo plantan ideas en sus
tejados y regalan besos a sus habitantes para que sepan que siempre
habrá alguien a quien sus vidas le interesen, pues al fin y al cabo
sin ellos no podría componer canciones ni llenar de pintura esos
lienzos en blanco que duermen en el desván de mi casa deseando ser
devueltos a la vida a través del color.
Salto
de nube en nube cuando éstas vienen a buscarme para llevarme ante su
reina la Luna y allí, recostado entre sus brazos menguantes, cuento
historias a todas aquellas estrellas del firmamento que se acercan
para oírme relatar las leyendas que los hombres crean en torno a su
figura. Y cuando llega la hora de despertar en la tierra bajo uno por
uno los escalones de esa escalera que arrimé al cielo para subirme a
ella cuando yo quisiera. Y de camino a casa le regalo a la hija de mi
vecina una sonrisa, a su gata una caricia y a la madre un guiño que
logra revivir su corazón y que deja que de su boca se escape una
tímida risilla con la que yo compondré uno o quizás mil versos en
nombre del amor.
Y es
que la vida sin sueños no puede ser perfecta. Yo soy como un
aventurero que imagina encontrar tesoros en las obras cercanas a su
casa. Soy el caballero que ha de entregar rosas en nombre del amor a
quien me lo pide en el trabajo, porque de cada día yo hago una
aventura en la que yo soy el protagonista. No soy un hombre al que la
fantasía le venga grande ni tampoco pequeña, pues yo la adapto a
mis necesidades según el momento. No condeno a quienes persiguen sus
propias metas, pero siento lástima de quienes en el camino tropiezan
y abandonan antes de alcanzarlas. Me aterran esos hombres que con sus
acciones rompen y quebrantan la esperanza de otros. Pero yo no vivo
entre las sombras escondido como los demás, yo nací para hacer
realidad esos sueños que muchos han de envidiar.
Akasha Valentine 2014 © http://www.akashavalentine.com
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