POEMA XLIX- PENSAMIENTOS SIN PATRIA. AKASHA VALENTINE.
He
oído a las horas correr sin descanso, pero mi mente se encuentra
demasiado ocupada pensando en ti como para prestarles la atención
que me demandan. He agachado los dedos cuando no mirabas para recoger
las huellas que hemos ido dejando en el camino de la vida, para no
añorar el pasado que no vivimos o perdernos en los sueños ya
cumplidos. Palpitante y lleno de jubilo mi corazón baila sin
descanso en la amplia cavidad que forjaste para él, aún risueño me
pregunta si de verdad puedo tomar como propios esos sentimientos que
llevan tu nombre bordado en la piel y cuyo aroma huele igual que tú,
y yo le respondo que sin lugar a dudas puede llevárselos consigo con
la única condición de que cuide de ellos para toda la eternidad.
Ven, amada mía, acércate un poco más a mi persona, descansa tu peso sobre mi hombros y háblame una vez más de lo que has hecho durante el día sin omitir ningún detalle, sin olvidarte del acto más insignificante, pues para mí todo cuanto tú realizas tiene más valor que la hazaña más grandiosa de cualquier hombre. Dichoso soy, pues aunque nadie más comprenda mi propia felicidad a mi me basta con tenerte entre mis brazos para darme cuenta de cuán afortunado soy de poder respirar el mismo aire que tu aspiras. A tu lado, he ganado más confianza en mí mismo, he podido llegar más lejos que nadie porque en lo más profundo de mi ser sólo quería hacerte feliz para que nunca tuvieras que sentirte agobiada por la preocupación que causa amar a un hombre con miles de errores que se niega a aceptar por miedo a enfrentarse a su propio fracaso.
Cuando te miro comprendo que ahora navego por aguas tranquilas, donde la serenidad no se encalla en cada roca ni el valor muere ahogado por las lágrimas que tiempo atrás solía derramar con demasiada facilidad. Creía que comprendía el mundo que me rodeaba, que nada me sorprendería ya, pero cuando te veo sonreír tiemblo de emoción y me tambaleo mientras pienso que debo darme prisa en acortar la distancia que nos separa para aferrarme a tu boca y reclamar tus labios como mi isla propia. Perdóname si te sorprendo aún con gestos que son capaces de teñir tus mejillas de una tonalidad rosada, y discúlpame por emplear a veces frases que lo único que te provocan es malestar y desasosiego cuando las digo sin pensar. Ahora que nos hemos detenido para tomarnos un respiro me doy cuenta de cuánto añoro el tacto de tus dedos sobre mi piel y me pregunto cuánto tiempo más podré aguantar sin sentirlos cerca de mí.
Me has dado tanto y nunca has pedido nada a cambio. Tú, quien con tu inocencia me salvaste de perderme a mí mismo, me miras con los ojos embriagados por la sorpresa mientras deslizo mi mano sobre tu rostro para atraerte contra mi pecho de forma permanente. No existe palabra en el mundo que me ayude a expresar cuan agradecido estoy por haberte encontrado, así que mientras me quede un solo soplo de vida seguiré estando a tu lado hasta el final de nuestros días. Deja de llorar, amor mío, las lágrimas no te favorecen aunque sean de felicidad, sólo quiero ver en tus ojos ese brillo que tanto te caracteriza. Sé que soy un egoísta por pensar de esta forma, pero es que si no lo pienso así siento que no podré estar a tu lado nunca más y esa idea exilia a mis pensamientos a un lugar sin patria donde posiblemente morirán antes de que pueda hacer nada por ellos. Por eso te doy las gracias, por esto y por todo lo que fue y por lo que aún está por llegar. Gracias vida mía desde lo más profundo de mi corazón.
Akasha Valentine. http://www.akashavalentine.com/akasha/
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