POEMA LVI- GALOPANTES SUEÑOS. AKASHA VALENTINE.
Mi
adormecida lengua, hormigueando por la falta del uso y movilidad, cae
en la cuna que no es otra que el interior de mi boca, y los vocablos
que formados que quedaron en las cuerdas vocales de mi garganta se
han quedado enredados sin que nadie pueda ayudarlos, porque no se les
oye cuando exclaman palabras de socorro pidiendo ayuda. Mis dedos,
inmóviles e inamovibles, esperan ser tocados por una mano que imite
el tacto de la tuya, y el simple hecho de imaginarlo logra erizar el
vello de mis brazos y arrancarme sin previo aviso un gemido que se
escapa de mis labios para dar presencia a las sensaciones más
desagradables que infelizmente viven en lo más profundo de mi ser.
Dime tú cómo puedo acortar la distancia que nos separa si cuando te
miro desvías la mirada y en el momento en el que te toco me apartas
para que el viento fluya entre nuestros cuerpos como si fuera lo
mejor que podría pasarnos aquí y ahora. ¡Oh, Dios mío! Si pudiera
te devoraría con la mirada, sin dejarme nada, saborearía con la
punta de mi húmedo músculo tus párpados y nadaría en el color de
tus ojos, para después beberme esa tonalidad que imita a los arroyos
que cruzan los puentes que hay construidos a la falda de mi ventana.
Y aún sabiéndome a poco te tomaría entre las palmas de mis manos y
contra mi pecho te apoyaría, para hundir la punta de mi nariz entre
tus cabellos y aspirar así el azucarado aroma de éstos.
Constantemente
tengo miedo. Pero por alguna extraña razón mis emociones se calman
cuando estoy cerca de ti. Y ladeo mi cabeza negándome a creer lo que
la razón dice que es verdad, pues tú eres mi destino y a su vez mi
punto de partida. No quiero que te alejes de mi lado, que vayas a un
lugar donde nunca pueda alcanzarte, a un mundo donde mis yemas no
lleguen para poder tocarte, a un planeta donde mis brazos no te
alcancen y yo muera asfixiado por la pena que me causa estar
constantemente separado de ti. Ojalá nunca me hubiera convertido en
prisionero de estas emociones, porque cuanto más viven en mí, más
doblegan mi voluntad y más ansioso me vuelvo ante la idea de creer
que soy la única razón por la que vives cada día de tu vida. Es
humillante para un hombre como yo sentirse de esta forma por una
persona que ni tan siquiera es capaz de decidirse por alguien cuando
tantas personas a su alrededor luchan por ganarse su corazón. Habla
pues aquí y ahora, no huyas ni te escondas, no te alejes por más
tiempo de mi lado, quiero sentirte como la primera vez que te tuve
desnuda entre mis brazos, con tu mirada fija en la mía, bebiendo del
mismo vaso que nos dio el deseo a altas horas de la madrugada, y
ahora vivimos fingiendo como si nada hubiera pasado. ¿Dónde se han
quedado esos sueños y promesas a los que juramos lealtad? Tal vez
nuestros corazones no estuvieran del todo hechos para estar unidos
por toda la eternidad, pero aún así quiero arriesgarme y luchar por
ti, porque algo dentro de mí me dice que sin ti no puedo vivir.
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