jueves, 5 de marzo de 2015

POEMA LXXVII- NADIE MÁS QUE TÚ. AKASHA VALENTINE.


POEMA LXXVII- NADIE MÁS QUE TÚ. AKASHA VALENTINE.

Al creer que te tenía junto a mí, me di cuenta de que sólo veía una vaga ilusión que a mis ojos engañados parecía satisfacer, con la mentira ya puesta en los labios y la emociones vueltas del revés. Y ahora que lo recuerdo, no fueron mis dedos enredados en tu piel los que movieron tus cabellos y revolvieron tu flequillo, fue la brisa de una tarde de verano, cuando los vi moverse tan libres y sueltos que creí estar soñando a pesar de estar despierto. Y al mirarte, y verte, me di cuenta de que me estaba engañando a mí mismo, porque eras para mí el reflejo de lo que por aquel entonces yo era y lo que nunca quise ser, y aunque de buen agrado te hubiese tendido mis dedos y mi mano sólo para acogerte entre mis brazos, tuve que dar un par de pasos hacia atrás y verte como en realidad merecías ser mirada; y al darme cuenta de que sólo te veía como una amiga y nada más, no pude encontrar en mi boca una frase de consuelo o apoyo por la cual nunca tuvieras que llorar cuando llegase la hora decirte la verdad.

En aquella ocasión, cuando tuve la oportunidad de decirte lo que nunca deseé haberte dicho, pensaba en ti, aunque ahora no lo creas, o me odies por todo lo que te dije. Nunca fue mi intención dañarte, o herirte de la manera en la que lo hice, pero no eras tú la mujer por la que mi corazón latía desbocado, ni la persona por la cual mis emociones se sobresaltaban sin aliento sirviendo de alimento a mi deseo, no eras tú, porque ante mis ojos solamente te veía como una bonita chica que con dulzura y amabilidad se había enamorado de un caradura como yo, que sin fuerza para decirte la verdad te la ocultó por miedo a no saber cómo irías a reaccionar cuando te dijese lo que yo sentía por ti.

En aquel lugar, en aquel momento, debí darme cuenta de cuán doloroso sería para ti descubrir la evidencia, pero te veías tan bonita en aquel momento y emplazamiento, con tu vestido blanco sin mangas, mecido por el viento y las mejillas sonrosadas y bañadas por una cálida luz del atardecer, que pensé que el tiempo me daría la fortaleza necesaria para decirte lo que nunca quise pronunciar, amiga mía, y así, con mil y un engaños tejidos a mis sentimientos, te dejé creer que te seguía queriendo y albergando las mismas emociones que tú por aquel entonces sentías, o quizás sigas sintiendo, por mí.


Akasha Valentine 2015 © http://www.akashavalentine.com


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