POEMA XLII- VEN DE NUEVO. AKASHA VALENTINE.
Duerme, amada mía,
pues el crepúsculo aún no ha anunciado su llegada y la claridad no
envuelve con su manto el cielo nocturno que se oculta tras mi
ventana. Cierra los ojos y olvida las horas, pues las manecillas de
los relojes han hecho las maletas y se han ido en busca de un lugar
más propicio en el que asentar sus vidas. Ven de nuevo a mis brazos,
acurrúcate en mi pecho y resguárdarte en mi corazón de la
oscuridad que nos envuelve, pues aunque no tienes nada por lo que
temer sé que te sientes más segura cuando oyes los latidos de mis
propios sentimientos confesándote lo mucho que te quiero. Ahora
cierra los ojos, y no aceptes esta última petición mía como una
orden sino como un ruego, pues mi único deseo en estos momentos es
el de posar mis sueños sobre tus largas pestañas y así arroparme
al final del día con ellas para sentir la dulce textura de tu piel
cuando los abras.
Apoyaré con sumo
cuidado mis cansados pensamientos sobre tus cabellos, mientras me
deleito con el aroma de ellos sin poder imaginar un lugar mejor en el
que me gustase estar. Alzaré las puntas de mis dedos y los
arrastraré al interior de tu cálido cuerpo para posarme sobre tus
hombros y refugiarme en ellos hoy, mañana y siempre. Le pediré a
tus carnosos labios que sean la cima de mis emociones, para que así
cuando me vea obligado a escalarlos siempre pueda alimentar a mi
fatigada boca con deseos aún por llegar. Sé que aún no te lo he
dicho, o si lo he hecho lo he olvidado por completo, pero cuando
estoy contigo siento que soy merecedor de una felicidad que no
merezco, pues tú llenas mi vida de tantas sensaciones que a veces
tengo la impresión de que me ahogaré en ellas si no escapo durante
unos segundos de tu vida para recobrar la compostura y continuar como
si nada hubiera ocurrido.
Sé lo que
quieres, y soy consciente de que puedo dártelo, aún cuando ruborice
tus mejillas y estremezca a tu cuerpo con miles de descargas
momentáneas placenteras tú seguirás pidiéndome más y vendrás de
nuevo a mí para abrazarme con tu diminuto cuerpo y rodearme con esos
pequeños brazos inflexibles que apenas me dejan espacio para
respirar cuando les pido que me dejen marchar. Tengo tantas cosas por
las que estar agradecido que no sabría muy bien por cuál empezar
así que creo que lo mejor que puedo hacer es comenzar por el
principio. Sé que lo sabes, pero aún así quiero reformar mis
palabras y mis actos con gestos que nos confirmen que aún seguimos
siendo amigos y amantes, compañeros de fatiga y pareja, por eso te
pido que en este día que aún no ha llegado pero que está a punto
de ascender en los cielos extiendas tu manos y la enredes con la mía,
para que nuestros dedos siempre estén unidos de forma eterna.
Ven de nuevo, te
pediré una vez más por voluntad propia, sin coacción o imposición.
He derramado ya demasiadas lágrimas por corazones que no merecían
la pena, y ahora que el tuyo merece cada una de esas lágrimas temo
haber dejado a mis ojos lo suficientemente secos como para no
derramar ninguna si en algún momento tú decides irte de mi lado. Ha
llegado el momento de ser felices, de enterrar a los demonios que un
día nos hirieron con su falsas mentiras. Ahora que te tengo aquí a
mi lado, me pregunto si de verdad el reino de Dios será como estar
sumido en un profundo sueño rodeado por los brazos de quien amas. No
me importa si ahora mismo lo que vivo es una falsa ilusión de
realidad, pues estando aquí a tu lado todo me da igual. Elijo amarte
por voluntad propia, egoístamente, mientras pienso que eres sólo
mía y de nadie más. Por eso he expulsado de mi vida a las horas,
porque si las tengo cerca de mi persona me recordaran de forma
constante que la mortalidad me ronda cada segundo de mi vida y algún
día me veré obligado a decirte adiós, amada mía.
Akasha Valentine. http://www.akashavalentine.com/akasha/
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